Mi iaia tiene 97 años, un ojo, casi nada de movilidad y grita mamá.
Mi iaia es como una niña pequeña. Lleva pañales, no vocaliza muy bien, te llama por la noche y muchas veces no quiere acabarse la comida. Mi madre no deja que se marche, la retiene en contra de su voluntad. Invisiblemente le coge la mano aún con fuerza, aunque cada vez menos. Se resiste a la idea de perderla para siempre, aunque mi iaia ha dejado de ser la señora Antonia.
Cuando mi iaia se vaya se irán lentamente los fantasmas que habitan su cuarto. Se irá el sufrimiento de ver el paso del tiempo, se acabará el dolor por un tiempo.
Desajustes
Todo va viento en popa. Tu carrera, tus relaciones, tu salud, tus objetivos personales… Y con toda la ilusión te vas de “vacaciones” a España.