Por fin, ya estoy aquí, ahora en este momento acabo de llegar. Un momento en el que me siento a la mesa y conecto la cámara al ordenador, me preparo un té y, entonces, me doy cuenta de que he llegado. Miro las fotos del viaje y empiezo a nadar entre mil recuerdos felices. Entonces miro a mi alrededor y me doy cuenta que esto no ha hecho más que empezar. La casa en la que vivo ahora es linda, tiene un jardín que puedo ver desde la cocina y está rodeada de plantas.
He estado preocupada estas dos primeras semanas, sin muebles, sin trabajo, sin apenas ropa, sin mobil… No he tenido tiempo de darme cuenta que he llegado a Sidney, la ciudad que ha estado años metida en mi cabeza, una meta más mental que física. Y… tengo que decir… que es genial, que me apetece levantarme pronto por las mañanas. Adela y sus amigos me recibieron con los brazos abiertos, con mimos e infinita ayuda. La casa donde vivimos estaba vacía, pero entre todos la vamos llenando poco a poco. Puedes encontrar muebles en asombroso buen estado en la calle, el problema es traerlos a casa; a falta de furgoneta, siempre puedes caminar dos horas arrastrando un carro roto lleno de muebles. Australia te transmite un sentimiento de inmensidad y pureza. La naturaleza y la ecología están muy presentes, y la mezcla de culturas proporcionan una visión muy cercana del concepto de globalización. En la casa de al lado de Adela vivimos 6 personas. Paula es la prima de Adela y, la verdad es que ella y su novio son los que me hacen sentir como en casa, mi nueva familia. Daniela y Jeff son la otra pareja que vive en casa. Él es músico y ella… bueno ella es increíble, difícil describirla. Solo diré que ha sido la directora de un corto que trataba sobre una vampira DJ a la que yo interpreté.
Me voy a un festival hippie en medio del monte, así que ya iré actualizando…
No desmayes