Son incontables las veces que agradezco tener unas piernas fuertes que me llevan siempre allá donde quiero llegar. Unas piernas y un corazón fuertes que me sostienen y me hacen seguir adelante. Sidney no te pone las cosas fáciles, te mantiene despierto a base de cafés de 3,50 dólares. Te regala cielos oníricos a la vez que lluvias melancólicas que te recuerdan lo lejos que estás.
Focalizo cada día, no dejo que mi cuerpo se detenga ni que mi cabeza deje de pensar. Se mezclan los sentimientos, al igual que los idiomas. Los advantages y disadvantages que se me plantean cada día en mis clases de inglés para preparar el IELTS, se me plantean también en mi día a día. Cada día es una nueva decisión, es un lado positivo y otro que intenta empujarme hacia abajo; siempre gana el positivo, por supuesto.
Sidney está lleno de leyes un tanto absurdas, de políticas, de seguridad innecesaria, de cabezas cuadradas y rubias. Sidney te mira por encima del hombro y se ríe de ti tapándose la boca. Lo auténtico de las cosas se oculta en un sinfín de sonrisas y abrazos; en los diseños de las etiquetas de los productos, todos pretendiendo ser lo más ecológicos posible; en las casas con balcones estilo modernista que intentan ser “rústicas”.
Sidney es bonito y lo sabe, por eso te vacila. Lo que Sidney no sabía es que yo venía con alas, dos alas enormes que me permiten ver desde otra perspectiva. Unas alas brillantes con las que puedo volar y escoger una repisa bonita desde donde poder apreciar como las nubes se enrojecen al atardecer.