Muchas veces me cuesta respirar, tengo que pensar para hacerlo y duele. Mis hombros quieren juntarse y la mano se me va al pecho. Y cuesta.
Abro el pecho y respiro hondo en un intento de facilitar el flujo de aire, pero me alivia tan solo un segundo. Cambio el ritmo de la respiración, la intensidad, me presiono el esternón con los dedos. Y sigue costando.
Y solo hay pequeños instantes en los que la mandíbula se relaja y deja pasar el aire sin dolor, momentos de libertad.
Desajustes
Todo va viento en popa. Tu carrera, tus relaciones, tu salud, tus objetivos personales… Y con toda la ilusión te vas de “vacaciones” a España.