Cuando llegamos a Chiang Mai, después de otras 6 horas de autobús, el panorama cambió drásticamente. Las montañas verdes nos arroparon, la lluvia nos refrescó y dejamos de sentir ese constante bochorno aplastante que nos obligaba a dormir con el aire acondicionado a máxima potencia. Llegué a Chiang Mai constipada, así que me encontraba en un momento de bajón. Supongo que, al concienciarme de la realidad, al ver y aceptar, al vivir la primera parte del viaje, todo se manifestó en mi constipado. El nudo de mi garganta se manifestó de esa manera, para poder ser curado. No ha sido fácil quitármelo de encima, aún tengo un poco de dolor de cuello.
Zaida apareció a la mañana siguiente de nuestra llegada cargada de energía, como es natural en ella. Es curioso como en poco tiempo alguien desconocido puede llegar a ser tan importante en tu vida, me di cuenta que la echaba de menos días atrás, pero con su llegada esto se confirmó. Nos conocimos por el grupo de “Mochileros en Tailandia” de Facebook y, desde que quedamos un día para ir a hacer motocross en Barcelona, nos hemos hecho muy amigas.
Zaida es una de las chicas más fuertes que conozco, me encanta su vitalidad y sus ganas de probar cosas nuevas. Es super deportista, por eso nos llevamos tan bien, le gusta estar activa y mantenerse en forma. Siempre tiene hambre. Y, pesé a lo “tipa dura” que está hecha, es muy sensible. Le gusta ofrecer y sentir cariño a las personas que la rodean.
Apenas habiendo dormido después de su largo trayecto, Zaida se metió entre pecho y espalda uno de nuestros consistentes desayunos típicos en Tailandia (huevo revuelto con tostadas y/o cruasán de jamón y queso; una crepe de chocolate y plátano; un zumo, y un capuccino). Después nos fuimos a visitar templos y a reservar una excursión a Chiang Rai para el día siguiente.
Esa noche Zaida y yo fuimos a ver un combate de Muay Thai, ¡por fin! Quería ir a ver uno desde el primer día que llegué, pero a Mar no le gustaba, y finalmente lo pospuse. Fue increíble. Al principio, pensé que el combate no era totalmente real, ya que la sala estaba llena de extranjeros, pero cuando vimos el primer K.O., Zaida y yo nos quedamos en shock durante 3 minutos y medio.
Al día siguiente, fuimos a la excursión de Chiang Rai, a ver el templo Blanco. El templo Blanco es espectacular, el viaje de tres horas de ida y tres de vuelta mereció la pena solo por verlo. Por fuera es precioso, blanco brillante marmol de un estilo muy moderno. No entiendo de arte asiático, pero habiendo visto ya durante todo el viaje más de diez templos, se puede distinguir la evolución. La decoración exterior con llamas esculpidas en blanco te deja con la boca abierta. Las esculturas demoníacas de la entrada, conjunto con el mar de manos gritando desesperadas debajo del puente, me parecieron realmente curiosos. Estaba bastante sorprendida desde el momento que bajé de la Minivan, pero cuando entré y pude observar las pinturas en el interior, cómo las estaban acabando en ese mismo momento, una sensación de estar viviendo realmente la contemporaneidad del arte me hizo sentir como si estuviera contemplando la creación de la capilla Sixtina.
La estancia en Chiang Mai fue larga, se hizo un poco difícil en algún momento, debido a lo mal que me encontraba. En todo caso, ha sido un momento para contactar con mi lado más natural.
Zaida me ha ayudado a quitarme este constipado de encima. Tengo que agradecerle su ayuda para decir lo que pienso y lo que siento; para decir lo que me parece bien y mal; para decir lo que no me ha gustado sentir y lo que sí. Gracias a Buddha por haberte conocido amiga.