A veces debemos sentirnos tristes para sentirnos inspirados. Para que la música entre dentro de ti, para que los logos de las camisetas de los músicos cambien de color y parpadeen. Son esos momentos en los que no sabes siquiera lo que estas sintiendo, no sabes si es tristeza, libertad, felicidad, aceptación, motivación o un todo da igual. Son esos los momentos en que vives simplemente, con una sonrisa y una mirada perdida.
Nunca me ha gustado correr, pero ahora le estoy encontrando el gusto, es un acto de superación diario. Cada día notas que te cansas un poco menos, que corres un poco más rápido, que vas un poco más lejos. Llega un punto en que el cansancio deja de ser importante, la respiración se estabiliza y te sientes capaz de seguir corriendo hasta el infinito. Correr aquí en Ao Nang es un lujo, pues los caminos se rodean de montañas, jungla, paisajes bellísimos, casetas de madera y Buddhas a lo alto de unas escaleras. No creo en Dios, pero cuando vuelvo de correr 3km, subo 7 tramos de escaleras para contemplar un paisaje excepcional y dar gracias a esa gran estatua dorada con múltiple brazos. Doy gracias por este país y por poder estar aquí, y rezo por mi familia y por la gente que quiero.
Llevo más de dos semanas con los entrenamientos de Muay Thai, aunque no he ido cada día, al menos he ido 5 días a la semana. Cada día soy un poquito más fuerte. Mi entrenador me muestra lo poco que sé y lo que me queda por aprender, muchas veces me siento frustrada porque mi cuerpo no da la respuesta que debería ante una patada. Él casi no habla inglés, pero no hace falta, se ríe de mí muchas veces, hace que me canse y me dice “very good”. Me da patadas y golpes en la cara, me cuesta concentrarme, mirar, pensar, golpear fuerte, cubrirme… Me cuesta interiorizarlo todo. En cada entreno paso unos minutos intentando concentrarme en lo que ha pasado, en cómo debo reaccionar, en lo que hago mal.
Mis compañeros de entreno son dos niños thais de unos 11 años, no hablan nada de inglés. Voy a correr con ellos y uno de ellos siempre quiere hacer una carrera conmigo, siempre le gano (ya que mis piernas son más largas) pero tengo que reconocer que me cuesta. Ellos entrenan cada día, son super delgados, pero tienen una fuerza increíble. Son divertidos, sobretodo uno de ellos que me imita cuando hago sombra y de vez en cuando se acerca para darme un manotazo con la escusa de matar un mosquito. Yo hago ver que le voy a dar una patada y se va corriendo, riéndose. El otro día les regale unos pantalones de Muay Thai a cada uno y se volvieron locos, estuvimos jugando más de quince minutos, ellos subiéndose a las máquinas de abdominales y lanzando puñetazos al estilo Son Goku. Yo intentaba esquivar los golpes que venían sin piedad y los tiraba al suelo tras sus intentos de darme una patada.
Este fin de semana lucharon en el estadio de RaiLay, por supuesto fui a verlos, muy emocionada. Uno de ellos ganó y el otro luchó increíblemente. Estoy preparando un video para ellos.
Cada día corro entre 4 y 8km, hago 100 abdominales, 30 flexiones y un entreno de 1,5h. Cada día golpeo un poco más fuerte. Cada día cuesta más que me tiren al suelo.