Aunque mi intención era publicar este viaje por partes ordenadamente, hoy no me siento con fuerzas de contar todas las vivencias que he tenido. Han sido muchos inputs en muy poco tiempo. Tengo escritos trozos de las partes previas a esta, pero no finalizados. Esto ha hecho que en mi cabeza se junten demasiadas experiencias, cada una con unas sensaciones vinculadas, que me han dado dolor de barriga. No he sido capaz de digerirlas bien, ya que no ha habido momento para pararme a reflexionar, y esto se ha traducido en un día de bajón en el que me ha dolido la cabeza y la barriga. Necesito un momento de paz para reflexionar y seguir encaminando mi viaje. Mañana sin falta debo solucionar este punto, parar y pensar.
Adoré Koh Phi Phi cuando llegué, y me disgustaba mucho cuando me fui. El primer día que llegamos Pablo, Javi y yo alucinamos con el paisaje que se presentaba, y decidimos pasar en la playa la mayor parte del día. Esa noche fue la primera fiesta, la que cogimos con más ganas. Espectáculos de fuego por toda la playa; música de varios estilos electrónicos; gente sonriente en todos sitios; chicos y chicas en bañador bailando, saltando a la comba, bebiendo chupitos, y una playa paradisíaca como escenario.
Pablo, cundo vio el panorama, decidió despedirse de sus chanclas por 4 días. A Javi, le costó mucho más mantener su rutina de hacer flexiones. La isla te desbarajusta, te desorienta, te emborracha. Tengo que decir que hubieron momentos increíbles, como cuando fuimos en Kayak hasta la Monkey Beach (donde los monos te robaban hasta el tabaco), hicimos Snorkel, pudimos ver coral y relajarnos en un entorno más de foto de postal que real.
Sin embargo… (como me gustan los “sin embargo”, hacía tiempo que no los utilizaba). Sin embargo, no todo es lo paradisíaco que parece. Poco a poco, o tal vez de golpe, o mejor dicho a ratos, la imagen se transformaba. Las playas idílicas estaban llenas de basura, unas cantidades no despreciables. La fiesta se convirtió en un ir y venir de borrachos, gente a la que no le importaban las demás personas, ni el entorno en el que estaban. Gente irrespetuosa disfrazados de hippies y señoritas. Ladyboys acosando a mis amigos durante toda la estancia, guiris borrachos soltando comentarios fuera de lugar. Historias de robos, de violaciones, de policía corrupta, historias para no dormir, música toda la noche para no dormir.
Tengo resaca de Koh Phi Phi, me duele la cabeza y la barriga, aunque Krabi me ha recibido con los brazos abiertos y un sol espectacular, he sufrido un día de bajón. Todo se arregla con un poco de descanso, fruta y agua; bueno, todo no.
es una pena.. el ser humano degenera casi todo lo que toca
ánimo bonita! espero que lo que no se arregle con descanso, agua y fruta se arregle pronto igualmente 🙂 muchos besos!