A veces, una simple coincidencia, como fue llegar a Krabi el mismo día que Pablo y Javi, cambia tus planes por completo. Pablo me envió un mensaje la mañana que yo cogía el ferry hacia Krabi diciéndome que él y su hermano acababan de llegar allí. En cuanto llegué, me paré en un bar a por un Pad Thai, me conecté al Wifi, y, 10 minutos después, Pablo se presentó allí. Me acompañó a mi nuevo alojamiento (como gran caballero que es) en un estudio de Yoga. Unos meses atrás había solicitado un voluntariado a través de la web “Work Away”. Marina, la dueña del centro, me mostró la habitación y, al día siguiente me dijo las tareas que debía hacer (ayudar a cuidar de sus animales y limpieza de las zonas comunes). El plan no pintaba mal, un poco de retiro espiritual, pero, como me dijo Sara: un pájaro no puede encerrarse él mismo en una jaula.
Además, tengo que reconocer que los planes de los Castelar Brothers eran mejor que los míos y, la verdad, me sentía muy a gusto con ellos, por lo que al día siguiente abandoné el voluntariado y me fui a un hostel enfrente del suyo. Pasé unos días increíbles con ellos, a pesar de la lluvia que no nos dejaba tranquilos. Fuimos a ver el templo Tiger Cave, subimos más de 1200 escaleras para llegar a un sitio lleno de paz, valió la pena el esfuerzo. Con ellos empecé a activarme y a llenarme de morados. En el gimnasio de al lado del hostel nos dejaron usar los guantes y las espinilleras, y como no, me llevé unos cuantos golpes.
Ellos siempre están activos, eso me gusta. Un día, subimos con ayuda de una cuerda una montaña en RayLay para llegar a un point of view, fue bastante peligroso aunque no fuéramos conscientes de ello. Acabamos llenos de barro, felices; la vuelta en Long Boat fue especial. Los paseos en barco por Krabi son siempre preciosos, hay un montón de islotes repartidos por toda la costa que crean un paisaje excepcional. I’m in love with Krabi.
Cada día con ellos fue un nuevo reto, una nueva aventura, todas ellas estupendas. Javier y Pablo se complementan a la perfección, estoy convencida que si hubiera una manera de fusionarlos podríamos obtener un prototipo de hombre perfecto. Javi es paz, sabiduría, intriga, voluntad, motivación; Pablo es alegría, despreocupación, curiosidad, generosidad, picardía. Ambos tienen un poco del otro, se quieren con todas sus fuerzas. Juntos, son muy divertidos, se nota que llevan toda una vida juntos. Estando con ellos me acordé en varias ocasiones de mi hermana, de cómo con una persona con la que has compartido toda tu vida tienes ese tipo de complicidad. Esa complicidad que te permite no sentir vergüenza acerca de nada. Puedes poner la cara de sapo más fea del mundo y la voz más ridícula posible, todo vale.
Se nota que Pablo se siente orgulloso de su hermano mayor, lo mira con admiración, cuenta historias sobre él. Como es normal, su hermano mayor quiere lo mejor para él; le da buenos consejos y le ayuda a construir una bonita vida. Aunque parezca lo contrario, la mente más caótica es Javi. En su cabeza hay demasiados pensamientos simultáneos como para ser ordenados y ver con claridad. Me siento un poco identificada con Javi en ese aspecto. Pablo tiene las cosas mucho más claras, sabe el tipo de vida que quiere y sabe vivirla.
Durante los días que estuve con ellos, ellos fueron para mí todo, mis hermanos, me sentí como en casa. Agradezco haberlos conocido, haberlos conocido juntos además, que me hayan abierto los brazos y que me hayan hecho sentir tan querida. Chicos, nos vemos pronto, siempre os echaré de menos, yep yep yep.