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El fin del comienzo…

Es perfecto, todo. Este es uno de los momentos más felices de mi vida, digno de recordar. Me rodeo de gente increíble que me hacen sentir más viva que nunca. Me encuentro sentada en la mesa de un restaurante en la playa de Khlong Muang y mi mente empieza a recordar todas las personas que he tenido el gusto de conocer. Recuerdo las primeras semanas en Tailandia, en julio, cuando sentía que algo empezaba a cambiar. El mes que pasé en Ao Nang en Setiembre cuando, a pesar de la lluvia, me enamoré de este lugar. Recuerdo a mis hermanos Javi y Pablo, los momentos que pasé con Xiaoting Gu en Balí, la sal y la arena que se han vuelto algo esencial en mi vida.

Recuerdo cuando llegué a Sídney, con motivación y energía, cuando estaba agotada de recorrer las calles en busca de trabajo y cuando patinaba en Darling Harbour. Recuerdo la sonrisa pícara de Adela y la sonrisa tierna de Paula. Recuerdo personalidades tan fuertes entre mis amigos de Sídney, tan impecables y únicas. Recuerdo sentirme orgullosa de poder compartir una vida allí rodeada de todos ellos. Recuerdo también momentos difíciles, sentirme añorada de algo, tal vez en algún momento fuera de lugar. Pero, siempre optimista.

Recuerdo cuando partí hacia Tailandia de nuevo, el abrazo de despedida de Asís y Murat en el aeropuerto, un abrazo sincero de afecto. Cuando cogí el taxi que me esperaba en el aeropuerto de Krabi para llevarme a casa de Eric, mi nuevo jefe, pero sobretodo una persona excepcional que entiende la vida como es: maravillosa. Y de vuelta en Ao Nang, por primera vez en varios meses, sentirme en casa. Y es que mi corazón ahora está dividido entre Barcelona y Krabi.

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Bungee jumping in Krabi, Hollow Mountain.

Mi nueva familia en Tailandia… Gente libre, gente viva, gente a la que admiro. Me siento inmensamente agradecida hacia Jorge por traerme de vuelta, por cuidarme y por ser mi amigo, por ser tan peculiar. Por enseñarme que cumplir lo que deseas es posible y que se puede construir una torre muy alta empezando con una pequeña piedra.

Sentada frente al mar, pienso en todo lo que ya estoy echando de menos, los primero son dos de las mujeres más increíbles que conozco: Charlie y Carlotta. Son valientes, inteligentes, divertidas… es imposible no enamorarse de ellas. No quiero hacerles mucho la pelota, pero realmente son gente autentica. No hay falsas apariencias, no hay ni una gota de envidia o malos pensamientos. Me siento querida a su lado, feliz.

Y, ahora, que miro atrás y veo tantas cosas buenas, miro hacia el presente y me siento preparada para esta nueva vida que he conseguido fundar, en la que predominan el enriquecimiento personal y el aprendizaje.

Puede que esté llegando el fin de este primer año viajando, pero mi viaje, que es mi vida en sí, no ha hecho más que empezar…

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Amanecer en Koh Lipe.

 

P.D.: Como diría la tortuga:

“¡Gente! ¡Los amo !”

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